Mi osito de transición...

Un osito, una mantita, el pañuelo de mamá… Se convierte en su amigo favorito que le calma cuando no está mamá. No puede vivir sin él. Debemos respetar esta dependencia porque le da seguridad aunque también hay que ayudar a nuestro hijo a separarse de su objeto de consuelo cuando llegue el momento.

Los niños pequeños típicamente pasan por una etapa en que les gusta llevar consigo o dormir con una frazada favorita u otro objeto de seguridad que les ayuda a sentirse protegidos. Si tu hijo ya tiene uno, mejor todavía. No todos los niños tienen objetos de seguridad; algunos "utilizan" a sus papás para este propósito.No importa si tu hijo tiene o no un objeto de seguridad en la casa, si tu hijo asiste a un servicio de cuidado de niños, sería aconsejable que tuviera objetos en ese contexto que les sean familiares y consoladores.

No es el más bonito, ni el más grande; tampoco el más caro. Sin embargo, nuestro hijo lo adora y no puede vivir sin él. Se trata de su juguete favorito, del que no se separa ni a sol ni a sombra. Puede un osito, una muñeca, un cochecito, un peluche feísimo, la mantita de su cuna, la almohada o un pañuelo de mamá.
Lo reclama a la hora de comer, cuando está enfadado y cuando hay que irse a dormir. Y si por casualidad no se acuerda de dónde lo ha dejado y no lo encuentra, puede montarse una gran tragedia. Estamos hablando de los llamados " objetos de consuelo", aunque para ellos no son cualquier cosa, tienen nombre e identidad propia: "Tacho", "El Tete", "Ayuyá"...

Los objetos de consuelo también se denominan " objetos de transición", ya que para los pequeños son un importante apoyo emocional durante la etapa de despego de su madre, ese periodo en el que dejan de ser bebés para convertirse en personitas independientes (a partir del primer año de vida).
Muchos bebés tienen o han tenido alguna vez un objeto del que no se separan cuando deben quedarse solos: por ejemplo, al entrar en la guardería o irse a la cama.

Hay niños que no necesitan objetos de consuelo, ya que, o duermen con sus padres, o estos se quedan con ellos contándoles cuentos o cantando hasta que se duermen. Pero los peques que han aprendido a dormirse solitos necesitan a su osito, su muñeca o su almohadita para sentirse seguros ante la ausencia puntual de la persona con la que habitualmente se sienten protegidos: es decir, mamá o papá.

Es imprescindible si tienen que ir a la guardería durante varias horas, o en situaciones que les resulten estresantes, como, por ejemplo, la visita al pediatra o la llegada de un hermano.

¿Por qué son tan necesarios los objetos de consuelo?
El objeto de consuelo le recuerda al bebé sobre todo a su madre y a la seguridad de su hogar. Su presencia se ha convertido en algo tan cotidiano que lo considera un miembro más de su familia.
Además, su textura suave y blandita es como los brazos de mamá, tiernos y amorosos, y seguramente, aunque nosotros no lo notemos, lleva impregnado el olor característico del hogar.

Por eso, para él, su amigo especial es un ser familiar muy querido que no cambiaría por otro nuevo por nada del mundo, que no comparte con nadie más y del que además se siente responsable.
Esta actitud es muy positiva, ya que desarrolla la capacidad del pequeño para establecer vínculos afectivos hacia un objeto exterior a su persona, del que se siente poseedor y al que tiene que cuidar y proteger, lo mismo que su "amigo" le protege a él.


¿Puede interferir en su relación con otros niños?
Según los expertos, los objetos de consuelo ni son perjudiciales para su desarrollo afectivo, ni son una señal de debilidad o inmadurez. Al contrario: le ayudan a aprender a estar separado de mamá sin traumas. Además, mejoran la socialización y afectividad al compartir con el peluche o la mantita momentos agradables como la comida o el paseo, y al poder expresar libremente sus emociones, tanto cuando les abraza, como cuando les da algunos golpes si se enfada.
Todo ello forma parte del desarrollo normal del niño. Es un tremendo error pensar que el niño está demasiado apegado a su "amigo" y que es mejor quitárselo para que no se acostumbre o ridiculizarle porque es incapaz de separarse de él.



El chupete: el rey de los consuelos
Si tu hijo es adicto al chupete, es posible que no tenga un osito o un objeto especial a quien dedicarle su tiempo y afecto, porque el chupe ya cumple ese importante papel. El «tete» es mucho más manejable que otro objeto, incluso puede llevarlo consigo colgado de una cadenita, y aunque siempre hay uno favorito y especial, mamá puede disponer de un ejército de chupetes iguales que pueden sustituir al principal en caso de extravío.

Irá dejándolo a medida que crezca y aprenda a ser más independiente, sobre todo cuando comience el cole. No obstante, el chupete tiene la desventaja con respecto a un peluche de que si lo deja demasiado tarde puede dañar la dentadura. Pero si se lo quitamos demasiado pronto, puede chuparse el dedo, lo que tiene mayor riesgo para su dentición.

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